«Todo debe hacerse lo más simple posible, pero no más».
—Albert Einstein
La filosofía de inversión de Affinium bebe de diversas fuentes. El Talmud, la Biblia, la Escuela Austríaca de Economía, la Teoría de Sistemas Complejos, la Psicología Evolutiva y la Teoría de la Evolución son sus inspiraciones principales.
En esencia, se trata de responder a las tres preguntas básicas de la inversión desde un marco conceptual coherente con la naturaleza de los mercados:
- ¿En qué activos invertir?
- ¿Qué modelo de asignación de activos elegir?
- ¿Qué gestión del riesgo implementar?
La Teoría de Sistemas Complejos y la Escuela Austríaca nos enseñan dos propiedades inevitables de la economía y los mercados:
- Son impredecibles: Es epistemológicamente imposible predecir consistentemente la futura evolución de órdenes emergentes producidos por la libre acción humana, como son los mercados financieros en el corto y medio plazo.
- Los ciclos económicos son inevitables: La acción humana —en entornos siempre fuera del equilibrio como es la Economía— produce inevitablemente ciclos de expansión-contracción e inflación-deflación.
Gracias a estas dos propiedades, es posible contestar a las tres preguntas de una manera robusta:
- ¿En qué activos invertir?
- Incluir en cartera suficientes clases de activos N para cubrir eficientemente el espacio de fases de la economía, de tal manera que cuando la economía se polarice en alguno de sus estados fundamentales o combinación de estados, dispongamos en cartera de al menos una clase de activo que se revalorice en dicho estado.
- ¿Qué modelo de asignación de activos elegir?
- Los N activos en cartera estarán equiponderados, pues si no es posible predecir el estado siguiente de la economía, no se puede justificar asignar más capital a un activo que a otro.
- ¿Qué gestión del riesgo implementar?
- Aplicará implícita y/o explícitamente una gestión del riesgo convexa.
De esta manera se aprovecha el crecimiento natural, afinidad y complementariedad entre las distintas clases de activos tradicionales (bolsa, bonos, inmobiliario y oro), invirtiendo de forma agnóstica y semipasiva (con control del riesgo) en índices internacionales mediante una diversificación equilibrada y estructural que permita —cubriendo las diferentes, inevitables e impredecibles fases del ciclo económico— capitalizar su crecimiento a largo plazo.
[En construcción]